viernes, 5 de junio de 2020

NOTICIAS DEL ESTADO MAYOR DE LA DEFENSA.

«HEMOS APRENDIDO MUCHO EN ESTA CRISIS»

General del aire Miguel Ángel Villarroya, jefe de Estado Mayor de la Defensa
 5 de junio de 2020
El JEMAD afirma que «consuela saber que hemos estado donde y cuando se nos ha requerido» y destaca que la recién aprobada estructura de las Fuerzas Armadas es «más eficiente y flexible»
«TODO ha transcu­rrido muy deprisa», explica el general del aire Miguel Ángel Villarroya Vilalta, que el 14 de enero fue nombra­do jefe de Estado Mayor de la Defen­sa (JEMAD) y dos meses después, el 15 de marzo, asumió también el mando único de la operación Balmis contra el coronavirus. «Siempre que comienzas una etapa profesional —reflexiona—, te enfrentas a nuevos retos y el tiempo pasa, sin que te des cuenta, a gran velo­cidad; pero en esta ocasión, con la crisis del COVID-19 y la implicación tan pro­funda que hemos tenido en las Fuerzas Armadas, todo ha sido mucho más rápi­do, si cabe». A ello han contribuido no solo el mando único de Balmis, sino las exigencias como JEMAD: la asunción del mando de la estructura operativa de las Fuerzas Armadas, encargado de conducir las operaciones en el exterior y las misiones permanentes; la respon­sabilidad del planeamiento militar; la participación en organizaciones inter­nacionales y en el planeamiento aliado; el establecimiento de las normas de la acción conjunta; y el desarrollo de su doctrina militar. «A pesar de ello, cuan­do pienso en la etapa anterior —añade este militar nacido hace 63 años en La Galera (Tarragona), refiriéndose al pe­riodo en que dirigió el Gabinete Técni­co de la ministra de Defensa— tengo la extraña sensación de que sucedió casi en otra época, ahora se ve muy lejana».
—¿Cómo se afronta una guerra contra un enemigo invisible y no con­vencional?
 —En términos generales, de igual manera que frente a cualquier otra cri­sis o conflicto. La estructura operativa, las capacidades con que cuentan nues­tras Fuerzas Armadas y la formación y valores de nuestro personal en parti­cular nos permiten afrontar una amplia gama de situaciones que puedan ocu­rrir, adaptándonos con flexibilidad día a día a los nuevos retos que se presentan.
Específicamente ante crisis sanita­rias, ya disponíamos de planes de con­tingencia preparados para situaciones similares, aunque no de la dimensión y  la intensidad mundial del COVID-19. La crisis del ébola de 2014 y el plan de contingencia para pandemias en el ex­terior de España son claros ejemplos de ello, si bien hemos tenido que realizar una adaptación a las circunstancias con­cretas de esta pandemia.
La anticipación a las necesidades que han ido surgiendo, la capacidad de reacción de nuestros soldados y de nuestra organización y la coordinación con el resto de instituciones han sido fundamentales para hacer frente a este enemigo invisible.
—¿Ha resultado difícil mantener el despliegue diario de miles de militares en todo el territorio nacional?
—Realmente no. Hemos aplicado aquello para lo que estamos entrenados, de una forma eficiente y rápida, en cual­quier situación de crisis. Sabíamos que iba a ser una operación de larga dura­ción y lo hemos tenido siempre en cuen­ta en nuestro planeamiento. Además, la experiencia que hemos acumulado en los últimos treinta años en misiones en el exterior también nos ha ayudado a sostener nuestras capacidades en el tiempo en este despliegue por el conjun­to del territorio nacional.
Obviamente, la crisis del coronavi­rus ha supuesto un esfuerzo inicial de adaptación de nuestros cometidos para cubrir las necesidades, adaptando las capacidades —aviones de transporte logístico, helicópteros, buques, sanidad militar y personal— y, en ocasiones, echando mano del ingenio al encontrar alguna situación nueva.
Por eso, el Mando de Operaciones, desde donde se ha dirigido el despliegue, ha trabajado como en una operación más. Hemos puesto de manifiesto las si­nergias que existen en la acción conjunta de los Ejércitos y la Armada, la Unidad Militar de Emergencias, la Guardia Real que el Rey ofreció explícitamente, y la Inspección General de Sanidad de la Defensa, a la hora de trabajar en equipo. También es importante destacar la buena coordinación con las distintas institucio­nes civiles, que ha sido clave para el de­sarrollo de la operación. Y, por supuesto, Balmis no hubiera sido posible sin la en­trega, disciplina, espíritu de sacrificio y compañerismo que han mostrado todos los hombres y mujeres que participan en ella, en apoyo a los ciudadanos, donde y cuando sea necesario.
—En una de sus primeras inter­venciones en las ruedas de prensa de Moncloa observó que para los milita­res «todos los días son lunes» ¿Lo si­guen siendo?
Esa es una frase que se dice en operaciones, sobre todo en el exterior, porque es preciso estar continuamente centrado en la misión; no hay fines de semana, los turnos de trabajo son acor­des al ritmo de batalla… Efectivamente, aquí se ha visto que no ha habido des­canso, porque el virus actúa siempre. Es evidente que ahora estamos bajando el nivel de amenaza y, por lo tanto, vamos de camino, siguiendo con el símil, de que Balmis se convierta en viernes.
—Si continúan los avances, ¿iría­mos hacia una Balmis más reducida?
Balmis terminará cuando se decrete el fin del estado de alarma. Es cierto que, a medida que se reducen las peti­ciones de apoyo nuestras aportaciones a la operación van disminuyendo. Esto no quiere decir que aquí acabe la parti­cipación de las Fuerzas Armadas fren­te a la pandemia. Lo único que cesará serán los mecanismos extraordinarios y tan eficaces del mando único, pero los apoyos solicitados se atenderán adecua­damente a través de los mecanismos or­dinarios de colaboración con el resto de la sociedad.
Hemos aprendido mucho y estaremos mejor preparados en el futuro, tanto des­de el punto de vista del adiestramiento como del equipamiento. Y si hubiera un rebrote del COVID-19, contamos ya con un plan de contingencia para poder ac­tuar rápida y eficazmente, estableciendo de nuevo la estructura de mando y control y los mecanismos de apoyo. En cualquier caso, nuestra flexibilidad nos permite es­tar lo suficientemente preparados ante cualquier posible contingencia, de esta u otra naturaleza.
—Personalmente, ¿cuáles han sido los momentos más difíciles que ha vi­vido en esta crisis?
—Sin duda alguna, las tareas más penosas han sido las relacionadas con el traslado de fallecidos a los depósitos intermedios. Desde aquí me gustaría enviar todo mi afecto a los familiares que han perdido a algún ser querido y reiterarles que hemos considerado a todo el que hemos custodiado en su tránsito como uno más de los nuestros, un compañero, un hermano. Los milita­res se volcaron en esta labor, que hemos realizado con especial dedicación y cui­dado, proporcionando la solemnidad y respeto que no han podido aportar los familiares y amigos.
—¿Y los más gratificantes?
—No se puede considerar ningún momento como especialmente gratifi­cante en medio de esta tragedia. Quizás, recibir el apoyo, las muestras de cariño y el agradecimiento de la sociedad al trabajo realizado por los soldados. Los militares hablamos a menudo de la ín­tima satisfacción del deber cumplido y, en ese sentido, consuela saber que he­mos estado donde y cuando se nos ha requerido, y que nuestro esfuerzo y de­dicación han ayudado a salvar vidas y a conseguir que España vuelva lo antes posible a la normalidad deseada.
—¿Cree que la actuación de las Fuer­zas Armadas ha mejorado la percepción que la sociedad tenía de sus militares?
—Como es sabido, las Fuerzas Ar­madas son tradicionalmente, desde hace ya muchos años, una de las instituciones mejor valoradas por los españoles. Pero a pesar de esa buena imagen, siempre han estado encima de la mesa debates que nos cuestionan, como el recurrente de la inversión en defensa. Para muchos ciudadanos hemos sido a menudo una institución desconocida y no siempre ha llegado a la sociedad nuestra aportación en seguridad y el trabajo que realizamos todos los días, dentro y fuera de nuestras fronteras.
Con Balmis, los españoles han tenido la oportunidad de ver de forma directa, en sus barrios, nuestra dedicación abso­luta a servir a la sociedad, que trabaja­mos por y para ella, y cómo en los mo­mentos difíciles siempre estamos donde se nos necesita para garantizar la seguri­dad y el bienestar de todos los ciudada­nos, sobre todo de los más vulnerables.
—¿Cómo está afectando el corona­virus a las misiones internacionales?
—El impacto en cuanto a operati­vidad ha sido prácticamente nulo. Sin embargo, las operaciones dedicadas al adiestramiento de militares de los países receptores han reducido su actividad a petición de esos países (Afganistán, Irak y Malí, principalmente) por causa del COVID-19, y en consecuencia hemos repatriado temporalmente a parte de nuestro personal. Esta reducción se ha producido en coordinación con nues­tros aliados y las naciones receptoras y, cuando se den otra vez las condiciones necesarias, volveremos a retomar nues­tra labor. En las demás operaciones la actividad continúa con absoluta norma­lidad, adoptando siempre las medidas de prevención de contagios del COVID-19.
Me gustaría recordar que todos los miembros de las Fuerzas Armadas im­plicados en operaciones en el exterior tienen que superar, antes de ser desple­gados, los protocolos de seguridad sa­nitaria establecidos por nuestras autori­dades y, además, deben adecuarse a las medidas del país de destino.
—¿La crisis económica puede per­judicar a las necesidades operativas de los Ejércitos y la Armada?
—Está claro que el escenario econó­mico que se plantea después del CO­VID-19 es muy grave y va a tener un impacto en toda la sociedad y en todos los sectores. También es cierto que la inversión en defensa es inversión en seguridad, pilar básico del desarrollo de cualquier sociedad. Para mantener nuestro actual modelo de sociedad, ade­más de sanidad, educación, justicia y servicios sociales, es necesario que exis­ta un adecuado grado de seguridad para garantizarlo.
Además, la inversión en defensa ge­nera otros beneficios, como el retorno en tecnología e innovación, la creación de empleo o el fortalecimiento del tejido industrial español; en definitiva, actúa como dinamizador de la economía pro­ductiva.
Nuestros planes de necesidades ope­rativas se realizan a largo plazo y deben tener estabilidad presupuestaria para evitar poner en peligro inversiones plu­rianuales ya comenzadas o el manteni­miento de capacidades que se tardarían muchos años en recuperar si se perdie­ran ahora.
—Ha mantenido las primeras reu­niones con sus homólogos de la UE y la OTAN. ¿Cómo se está afrontando la pandemia en el ámbito aliado?
—Esta crisis de carácter global debe tener una respuesta global. La colabo­ración entre los miembros de los orga­nismos multinacionales a los que perte­nece España, como la Unión Europea y la OTAN, es fundamental para afrontar cualquier desafío. Desde los Comités Militares de ambos organismos hemos analizado las medidas y mecanismos de respuesta de crisis, los posibles efec­tos a medio plazo y, por supuesto, las lecciones aprendidas para estar mejor preparados ante una eventual nueva crisis sanitaria. Esta pandemia tiene un carácter transnacional, nos afecta a to­dos y tenemos que vencerla trabajando juntos y coordinados.
—¿Las crisis sanitarias estarán más presentes en los futuros planes de las Fuerzas Armadas?
—Sin duda. Vivimos en un mundo globalizado con muchas ventajas, pero a su vez con algún inconveniente. Nos tendremos que adaptar todos y en las Fuerzas Armadas ya lo estamos ha­ciendo, aprendiendo continuamente para perfeccionar los procedimientos de actuación. Debemos mantener unas estructuras y capacidades que nos per­mitan, responder con flexibilidad ante cualquier amenaza o desafío, no solo ante crisis sanitarias.
Respecto al personal, se ha constata­do que los valores tradicionales militares (disciplina, valor, espíritu de sacrificio, vocación de servicio…) siguen siendo esenciales y nos proporcionan el capital humano necesario para afrontar con ga­rantías cualquier reto. No podemos re­nunciar a nuestra condición y continua­remos formando en estos valores.
—El Día de las Fuerzas Armadas ha sido muy distinto al de anteriores ediciones.
—Desgraciadamente, España no está para celebraciones. Lo que hemos hecho es pasar el 30 de mayo como una jornada de trabajo más. Y hemos teni­do una videoconferencia en el Mando de Operaciones, con presencia del Rey, para resaltar la dedicación y la entrega de los hombres y mujeres desplegados no solo en Balmis, sino en el resto de misiones en España y en el exterior. El Día de las Fuerzas Armadas de 2020, debido al COVID-19, ha sido distinto, pero al mismo tiempo especial. Confío en que el lema elegido para este año, Juntos, por un futuro mejor, guíe nuestras futuras actuaciones.
—¿Qué retos se propone abordar como JEMAD?
—Muchos y muy sugerentes. El pri­mero ha dado un paso adelante con la aprobación, en el Consejo de Ministros del 19 de mayo, del Real Decreto de es­tructura básica de las Fuerza Armadas, que moderniza esa estructura, creando una organización más eficiente y con la necesaria flexibilidad para adaptar­se a la evolución del entorno. Hemos comenzado ya el desarrollo de lo indi­cado en el Real Decreto, que definirá una estructura del Estado Mayor de la Defensa en línea con la modernización y trasformación digital del Ministerio.
La batalla en el ciberespacio, en el espacio, en el entorno de la información y las amenazas emergentes son desafíos que también hay que atender. Pero qui­zás el mayor reto es el relacionado con el activo más importante con que cuen­tan las Fuerzas Armadas: las personas. Es fundamental mantenerlas motiva­das, preparadas y bien equipadas.
—¿Qué lecciones de la operación Balmis recoge esa nueva estructura de las Fuerzas Armadas?
—Básicamente, Balmis no ha su­puesto grandes modificaciones a la estructura, ya que hemos demostrado que estábamos preparados para este tipo de contingencias y otras de distin­ta índole. Aun así, en toda operación siempre se pueden, y se deben, apren­der lecciones. En este caso concreto han sido fundamentales las capaci­dades de mando y control, sanitarias, NBQ y logísticas, ya que se ha puesto de manifiesto que un mando único me­jora la eficiencia y que nuestra estruc­tura de mandos componentes es muy flexible y rápida de implementar. En las pandemias, las capacidades sani­tarias y NBQ son imprescindibles y la logística, como en cualquier otra ope­ración, es fundamental.
La estructura aprobada pretende responder a la evolución de la actuación de las Fuerzas Armadas ante los nue­vos desafíos, de carácter trasnacional, en los que el ciberespacio y el espacio ultraterrestre tienen ahora una mayor relevancia. El nuevo modelo de organi­zación se centra en el conocimiento, las personas y las crecientes posibilidades de las tecnologías, homogeneizando los medios y formas de acción de los Ejér­citos y la Armada, con el objetivo de ser más flexibles y ágiles.

Transcripción de la entrevista publicada en la edición impresa del nº 373 de la Revista Española de Defensa, correspondiente al mes de junio de 2020
Fuente Informativa.- Pagina Web del Estado Mayor de la Defensa.

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